Amor al fútbol

El fútbol es el deporte más popular del pueblo paraguayo, el más practicado,  el más visto y quizá la razón de vivir de muchos. Es cierto que no todos lo entienden de igual manera, pero no cabe la menor duda de que a todos les fascina y más de uno sueña con ser el motivo de ello, ser el nombre que corea la hinchada, ser el hombre de la esperanza que necesita la afición.

El tema del que quiero hablar es del amor al fútbol, que no es sólo ir a las canchas todos los domingos y gritar un gol o lamentarse al perder un partido. El amor verdadero lo tiene aquel que a pesar de las diferencias y los problemas alienta siempre, es aquel que cuando un jugador hace una jugada buena se levanta de su asiento sólo para aplaudir y corear su nombre. El amor es aquel con el que se nace y se muere, es aquel con el que se sufre y se ríe, es aquel que perdona en minutos, el amor verdadero es aquel que le da piel de gallina al futbolista cuando escucha una canción y todo el estadio está saltando y cantando para que su equipo “ponga huevos” o gane un partido.El amor verdadero se traduce en querer que tu equipo juegue todos los días, no importa si gana o pierda, el amor verdadero es esperar toda la semana para que llegue el domingo, y sea la hora del encuentro para deleitarse con esa belleza del balón. El amor al fútbol lo puede todo, ponerte a llorar y después de un minuto te vuelve feliz, o viceversa.  El amor al fútbol puede causarte tristeza al perder tu querido equipo, pero jamás puede dañarte o lastimarte…

El grave error del “hincha” paraguayo consiste en confundir devoción o  aliento, con ser barra brava y que todo tiene que terminar en pelea, o ser el desubicado que siempre tira objetos a las canchas porque no sabe como descargar su decepción. Lastimosamente existe gente que no tiene control sobre sus actos, “hinchas pagados” que no saben medirse y a toda costa buscan generar pánico y violencia en las gradas. Este deporte es bellísimo, no es un circo donde actúan animales, o un ring de boxeo donde todo se define a golpes. Una vez un gran líder dijo “sólo los débiles recurren a la violencia” y eso es aplicable a cada sentido de nuestra existencia.

Aquel que destruye al fútbol imponiendo violencia, nunca más debe de entrar a las canchas, así como tampoco las autoridades que los apoyan (pagándoles las entradas) y me refiero a los clubes grandes de nuestro país.

Amar es fácil. Por favor no destruyamos al fútbol, respetémoslo, cuidémoslo, nutrámoslo, hagamos de él, el mejor de los espectáculos, hagámonos felices a nosotros mismos, amemos al fútbol.